Un cofrade en la colina Vaticana:

Artículo para la publicación de la Cuaresma de 2013 de mi Hermandad del Santo Sepulcro de Córdoba:

El 11 de febrero de 2013 pasará a la Historia por la sorprendente noticia de la renuncia de Su Santidad Benedicto XVI. Después de haber examinado ante Dios reiteradamente su conciencia, ha llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tiene fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino. Es muy consciente de que su ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando.
Tras sus palabras al consistorio cardenalicio que había sido convocado para anunciar la fecha de unas canonizaciones, se desato la locura en el Vaticano y este Hno. en Cristo que os escribe estaba de testigo para vivir un momento histórico.

En estas fechas de Cuaresma en las que me encantaría estar entre mis hermanos del Sepulcro preparando la Semana Santa este año me está tocando vivir una experiencia de Vaticanista que no olvidaré en la vida.
Todo empezó en septiembre cuando me trasladé a Roma para terminar la Licenciatura en Administración y Dirección de Empresas. Al llegar octubre detecté que contaba con tiempo libre que podía emplear en crecer profesionalmente y llamé a las puertas mi agencia de noticias vaticanas preferida desde hacía unos años. Tras enviar mi CV y unas entrevistas me seleccionaron para su departamento de Marketing. La agencia se encuentra en Via della Conciliazione lo que me permite pasar todos los días por delante de la Basílica de San Pedro y saludar interiormente al Santo Padre mirando su ventana cada día. Para un cristiano, estar aquí es apasionante. Cómo dicen los romanos, estar cerca de “nuestro Obispo, el Papa” es un autentico privilegio.
Este mes de febrero se me está haciendo eterno pero lo estoy saboreando en cada instante. Podría decir que tras tristeza que me produjo su renuncia, mi corazón se ha llenado de esperanza por sentir una Iglesia muy viva. La Iglesia que nos deja Benedicto XVI tras cumplir su misión.
Este pontificado de 7 años y medio ha roto moldes. Su decisión marcará para siempre el futuro de los pontífices y de la Iglesia, tanto por el modo de presentar la doctrina como por el modo de gobernar. Joseph Ratzinger ha sido el Papa de lo esencial. Pasará a la historia como un gran predicador que ha hecho accesibles a todo tipo de personas los contenidos de la Fe. Durante estos siete años ha evitado cualquier protagonismo. Quiere que se conozca el mensaje del Evangelio. O sea, que Jesús existió realmente y que era Dios. Por eso, ha dedicado su tiempo libre a la trilogía “Jesús de Nazareth”. También ha dedicado sus energías a la reconciliación: Por ejemplo, reconciliación con las víctimas de abusos, a las que ha visitado en muchos de sus viajes; reconciliación con el Islam; reconciliación con los tradicionalistas lefebvrianos; y reconciliación entre Fe y Razón. Moderniza el Papado porque renuncia en un momento de fuerza suficiente para mostrar que lo hace libre y conscientemente y para que sus sucesores se sientan libres de renunciar al cargo cuando lo consideren necesario.

Un cofrade en la colina Vaticana:
Nunca olvidaré que estuve presente en la última Audiencia General en el Aula Pablo VI, en la última misa en San Pedro y en la última Audiencia General en la Plaza de San Pedro, audiencia que fue el último acto público de Benedicto XVI el 27 de febrero de 2013.
Espero seguir viviendo momentos históricos de aquí al final de la Cuaresma y estar entre vosotros habiendo escuchado el famoso “Habemus Papam”.

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