Papá, ¿por qué somos del Santo Sepulcro? 

santo sepulcro 5Como cada Viernes Santo desde que cumplí 11 años -y aparentaba más cuerpo que los de 14, edad mínima- he acompañado a Jesús en su Santo Entierro desde la parroquia de la Compañía a la Santa Iglesia Catedral.

Me imagino haciendo lo mismo hasta que me arrastre. Espero que cuando llegue ese momento, pueda haberle transmitido a alguien lo importante que es lo que hacemos los pocos nazarenos que acompañamos el cortejo del Santo Sepulcro. Si, Dios mediante, llega ese momento la pregunta sería inevitable: «Papá, ¿por qué somos del Santo Sepulcro?». Creo que es buena práctica pensar la respuesta antes de que me la formulen.

Si tuviese que responderla hoy le diría lo siguiente:

Hijo, somos del Santo Sepulcro porque muchos fueron los que acompañaron a Cristo en su Entrada Triunfal, pero muy pocos los valientes que estuvieron en su entierro. Somos del Santo Sepulcro, no porque le tengamos devoción a Cristo muerto. Eso no tiene sentido como cristianos. Nosotros somos seguidores de Cristo vivo. Como mucho, podemos tenerle devoción a San José de Arimatea que estuvo acompañando a María en tan grande Desconsuelo. Hijo, somos del Santo Sepulcro, porque nos gustan las cofradías que hacen catequesis en la calle y que cuidan hasta el último detalle.

En un plano más personal, siento que mi fe, gracias a Dios, es mucho más fuerte ahora que en mis primeras estaciones de penitencia. Recuerdo perfectamente como «usaba» la estación para concentrarme y conjurarme para terminar el curso escolar de la mejor manera posible. Hoy estoy enamorado de Cristo. Le busco en mi día a día. Intento ir a misa a diario y lo hago independientemente de estar viviendo en Córdoba con iglesias cada 80 metros, con misas a la hora de salir de trabajar y pudiendo escuchar las homilías de D. Antonio Evans que te remueven el corazón en 5 minutos o viviendo en Londres -como es mi circunstancia actual-  donde todo hay que preverlo más y la  barrera lingüística puede hacerte caer en la tentación de que «no merece la pena» -¡qué ingenuo quien lo piense!- ir a misa en otra lengua que no sea la tuya de nacimiento. Estoy seguro que este amor es fruto de las horas de estación de penitencia vividas junto a mis hermanos en la calle y, por ello, pedí estar cada día más lleno de Dios y ser siempre fiel y coherente con mi fe.

Aproveché mi estación de penitencia para rezar por los que más estoy rezando este año que son los cristianos perseguidos. Se me hiela la sangre de pensar que si unos miembros del ISIS tuviese una procesión de Semana Santa delante, lo único que se le pasaría por la cabeza sería cortarle la cabeza a todos los integrantes. A todos. Desde el que porta la cruz de guía hasta el último músico.

Desde aquí deseo feliz y santa Pascua de Resurrección a todos.

 

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