La publicidad, entre sus funciones, tiene la de dar a conocer una marca o producto. Si el producto no se ha conocido bien, puede ser debido a errores de comunicación o a intereses contrapuestos. La solución, obviamente, no pasa por cambiar de producto sino por la difusión de la verdad.
En Córdoba, parece que a algunos no le gustan los nombres y prefieren usar los que quieren. Podríamos preguntar al grupo Carrefour cuánto le ha costado que los cordobeses dejen de decir “voy a PRYCA Sierra” o “voy a PRYCA Zahira”. ¿Le gustaría a El Corte Inglés que se refiriesen a su antiguo local de oportunidades en calle Jesús y María como ‘El Corte Inglés de Simago‘? Es evidente que en Córdoba existe un periodo de adaptación de años -o siglos- para llamar a las cosas por su nombre.
Por ello, no me extraña que algunos cordobeses llamen mezquita a nuestra Catedral. Tengamos paciencia. Sin embargo, ninguno la llama Basilica de San Vicente, porque los musulmanes harían sin complejos -mejor no saber cómo- su trabajo de comunicación cuando destruyeron la basílica visigótica que existía donde emplazaron su mezquita.
Las catedrales son las madres de las iglesias de una diócesis y contienen una cátedra (silla) donde se sienta el Obispo -el de Córdoba no suele ser cordobés ya que es designado desde Roma por el Papa- a impartir catequesis.
Considero a los musulmanes (los de verdad, no los endemoniados del Estado Islámico) como hermanos, pero, por ahora, me temo que no existe ninguna mezquita en el mundo que tenga una cátedra de un obispo de la Iglesia de Roma. Es fácil llegar a la conclusión de que si la Catedral de la Asunción contiene una cátedra, de mezquita no tiene nada.
Hacen bien desde el Obispado en llamar a las cosas por su nombre y no dar cabida a confusas maneras de llamar al edificio más singular de España. En eso sí estamos de acuerdo, Alfonso 😉

Caimán colgado en el Santuario de la Fuensanta
Ahora, en ese extraño intento de cambiar las tradiciones, en un diario digital de nuestra polis han decidido que en la Velá (velada) de la Fuensanta no existe la Virgen que preside el Santuario de Nuestra Señora de la Fuensanta, sino un caimán colgado en el patio. Cuando yo era pequeño iba de la mano de mis padres al Santuario a ver la Virgen, hacía la cola para acceder a su camarín y ponía la cabeza bajo su manto. Así buscaba su amparo, como co-patrona que siempre ha sido de Córdoba. Tras ese tradicional momento, iba al patio y me encontraba con el caimán y me contaban su leyenda.
La leyenda debe ser mentira y estar distorsionada porque a alguno no le contaron que al cojo que mató al caimán que se estaba comiendo a la gente se le había aparecido la Virgen. ¿Por qué razón sino iba a estar en el Santuario?

Virgen de la Fuensanta en procesión.
Como católico me alegra que personas sin fe se acerquen a un Santuario para ver un caimán. Si esto funciona, el Obispado debería ponerse en contacto con la ‘Concejalía de Nuevas Tradiciones’ y el zoológico municipal para poder colgar animales disecados -una vez mueran- en las iglesias.
Como cofrade, creo en la eficacia del Rosario matutino, misa en la Santa Iglesia Catedral de Córdoba y la procesión de la Virgen de la Fuensanta, nuestra co-patrona, que siempre ha sido y será el centro de la Velá que lleva su nombre.