Ayer, 8 de mayo, el Papa siguió con sus catequesis basadas en el Credo. Esta vez quiso centrarse en la frase «Señor y dador de vida», por tanto nos explicó la fe que los cristianos profesa en el Espíritu Santo. De Él dijo que es «el agua viva» que Jesús prometió a la Samaritana para saciar para siempre la sed, para colmar los anhelos más profundos y más altos del corazón humano. Resaltó las palabras de San Pablo, en las que dice que los frutos de una vida cristiana animada por el Espíritu son: «Amor, alegría, paz, comprensión, servicialidad, bondad, lealtad, amabilidad, dominio de sí».
El Papa terminó pidiendo, a una abarrotada plaza de San Pedro, un aplauso para Nuestra Señora de Luján, patrona de Argentina, que ayer era su día.
